Trumpfff...
Política, por Darío Marccia
Una de las cosas que me sorprendió cuando estudiaba Principios de Administración, hace muchos años ya, fue la idea de que el conflicto dentro de un grupo de trabajo podía generar resultados positivos siempre y cuando fuera bien manejado. ¡Pero lo más llamativo era que los textos sugerían que quien debía iniciar el conflicto con este propósito podía ser el mismo jefe del grupo!
Se tiene la impresión general de que Donald Trump es experto en la administración de conflictos. Estoy muy lejos de la idiosincrasia y el pensamiento de DT, sin embargo me permito tratar de analizar su comportamiento para procurar entender su lógica. Quizá el show “El Aprendiz” sea un buen ejemplo de como el proceso de enfrentar subordinados aspiraba a generar lo que, en términos de negocios, podía parecer un resultado positivo. Y no es que la ganancia resultara exageradamente superior usando esta estrategia, simplemente servía para caracterizar el temple de cada uno de los participantes, así como sus habilidades para dirigir grupos.
Ahora estamos hablando de países, algo un poquito más complicado que empresas, por más grandes que éstas sean. La habilidad para primero provocar y luego presentarse como conciliador, del modo en que lo hizo con Volodimir Zelenski, Macrón, Sheinbaum, Petro o Trudeau en vergonzosas escenas que quedaron registradas para siempre en videos, responde claramente a la estrategia de administración con la que comienza este texto. Claro que hay que marcar una diferencia evidente. El trato que DT tiene con las autoridades recién mencionadas difiere de manera elocuente de aquella que presenta con Putin o Xi Jinping. Y es que está ubicando a sus rivales (¿o cómplices?) un par de escalones por arriba del primer grupo, aquel cuya importancia es sobre todo comercial, pero que no representa una amenaza bélica para el propio EEUU. Estos últimos, en cambio, poseen armamento suficiente como para reventar varias veces este hermoso, maltratado y único mundo que conocemos.
Se nota en demasía su fidelidad a esta táctica cuando avanza cinco pasos y retrocede dos para intentar apaciguar su propia iniciativa de conflicto y mostrarse como mediador. Un rol que en principio nadie le asignó formalmente, y que él asume como de suyo por haber sido elegido representante del país que asumió el papel de “policía del mundo” en momentos de la historia en los que la sociedad global parecía derrumbarse. El discurso que brindó ante el Capitolio expuso las palabras de una misiva de Zelenski valorando la acción de EEUU en la búsqueda del fin de un conflicto que se extendió mucho tiempo más del previsto. Y lo hizo en un tono de acercamiento. ¡Ahora sí, nadie puede dudar de la aspiración de DT al título de intermediario entre su par Putin y un subordinado Zelenski sometido por la no-diplomacia ejercida con descaro hace pocos días! El problema es que, a pesar de mostrarse compungido al hablar de las vidas humanas que se están perdiendo por la invasión rusa, todo parece terminar en una cuestión comercial.
Esta maniobra es aterradora. DT acusó a Zelenski de “jugar con la tercera guerra mundial”, tercerizando su propia responsabilidad en caso de desatarse un conflicto global, y advirtiendo de paso que EEUU, o más precisamente el propio DT, está dispuesto a pulsar el botón rojo en caso de que los dados no marquen un 7 o un 11. En mi país conocemos perfectamente los procesos por los cuales el político de turno elige generar un problema mayor para ocultar sus propios fracasos. Y podemos decir sin temor a equivocarnos que empeorar la situación internacional no es la mejor forma de intentar “resolver” lo que en principio sólo asolaba al señor de cabellera rubia como contratiempos internos del devenir económico de EEUU, bajo el nuevo esquema de subas arancelarias y su consecuente impacto inflacionario.
Mientras tanto, en la otra vereda y con su genética filosofía oriental, Xi Jingping observa y espera. Toma medidas comerciales en actitud defensiva, procura no agredir, no levantar la voz, sin descuidar sus intereses en la región local, resguardando su postura al respecto de la Isla de Taiwán y sabiendo que tiene un as en la manga: en tiempos de aceleración de las Inteligencias Artificiales, y su consecuente valor en la escala de poder que representa el conocimiento, un bloqueo a la infraestructura tecnológica que permite fabricar los chips necesarios para que los dispositivos de cómputo puedan continuar desarrollando las IAs en empresas de vanguardia sería un golpe mortal. Una muestra de hasta donde puede llegar China fue expresada por su Ministro de Exterior Lin Jian: “… si Estados Unidos tiene otra agenda en mente y si lo que quiere es una guerra, ya sea arancelaria, comercial o de cualquier otro tipo, estamos listos para luchar hasta el final.”
Es agotador, una vez más, ver a quienes justificaban la invasión de Putin terminar haciendo mutis por el foro en el bando que está procurando armar Trump. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...
Donald Trump está jugando con fuego, con una apuesta fuerte, un all-in en el que las cartas no parecen representar una buena mano para ninguno de los jugadores. Y esas situaciones suelen terminar en una escalada desastrosa cuando los participantes se suben a la neurosis general sin reflexionar que siempre existe la posibilidad de retroceder, bajar el tono y comprender que este lugar es único y que todos debemos procurar vivir en él en paz. Sobre todo, esperamos esta última actitud, sabiendo que los jugadores participantes en esta ronda tienen por detrás a toda la humanidad que sólo puede mirar lo que acontece esperando que la racionalidad prime sobre los egos.
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