El factor común de los relatos

Opinión, por Darío Marccia

Uno podría estimar que un relato no es más que eso… un relato. A veces las palabras se gastan tanto que  pierden un poco su significado. Traten de recordar su primer relato en segundo grado de la escuela primaria: Tema “La Vaca”. Debíamos describir, mediante un relato, una vaca. Tan simple y complejo como eso.

Pues bien, un relato no tiene la obligación de ser cierto. ¡Miren si aquí lo sabremos! La vaca puede ser violeta como la del chocolate, o rayada como las cebras. Eso no importa demasiado. 

Aquí, en este país, nos volvimos expertos. Nos vienen relatando “la realidad” como se les antoja hace años. Generalmente la distancia entre el relato y la realidad, que pretenden hacernos percibir mediante ese blabla, es enorme. El gobernante de turno tiene esa amarga pereza mental de creer que el pueblo se va a tragar cualquier estupidez que él diga. Supongo que debe ser una especie de estado sensorial en el que pierden un poquito de contacto con el suelo (con la realidad), como si levitaran para evitar las cagadas que ellos mismos (y ellas mismas) se mandan, cual pato, a cada paso.

En estos días se discutió, como si fuera importante, si la traducción del artículo de Rothbard “Right-Wing Populism: A Strategy for the Paleo Movement” refería al sentido argento que se le da, merecidamente, al término populismo. Parece que Milei no soporta mucho, ni poquito, más bien nada, que le digan populista de derecha.

El populista de derecha, Don Javier, sin embargo, utiliza algunas herramientas bastante burdas del populismo de izquierda. Helo aquí a don “Gatito Mimoso”, regodeándose cual “Súper Bigote”. Claro que la estética puede variar: Súper Bigote tiene una más bien parecida a Ron Damón, mientras que la estética del populista de derecha tiene un aire a Inteligencia Artificial (sí, la del mínimo esfuerzo intelectual, esa misma).


El nuevo relato nos dice que el mercado todo lo resolverá, que el dirigismo estatal no tiene nada que aportar al bienestar general. Claro que el relato no aclara que el nuevo estado sí se va a encargar de dirigir beneficios a las empresas con más espalda mediante el nuevo Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (más conocido como RIGI), planteado en el paquete fiscal que acompaña al proyecto “Bases”. Tampoco aclara el nuevo relato que el estado no va a fijar precios, brindando total libertad a los empresarios para un acuerdo con sus clientes en base a la oferta y la demanda, SAAALVO ese maldito precio que remunera el trabajo. A este sí le va a poner un tope (desalentando paritarias por encima de la inflación proyectada… la anterior, la que ya se encargó de recortarnos los salarios un 30%: ¡bien, gracias!)

También el populista de derecha, Don Javier, se encarga de denostar a todo aquel que opine distinto a lo que dicte su magnificencia conectiva sináptica cerebral: la libertad de opinar será combatida con la libertad de insultar. Me pregunto qué habrá jurado cuando le entregaron el título, porque yo creía que uno prometía respetar cierta ética profesional, que supongo incluirá no insultar a otras personas, pero parece que eso también es un relato nomás.

Por último, el populista de derecha, Don Javier, parece que más allá del relato de respeto a la propiedad privada, no tuvo empacho en alterar por decreto la fórmula de movilidad jubilatoria, justo, justo, juuusto cuando la tendencia perdidosa iba a cambiar por el natural incremento rezagado de la vieja fórmula. Como hizo Don Alberto, el populista de ningún lugar, que cambió la fórmula apenas asumió el gobierno, sin que volara una mosca, o el populista Don Gato, que también cambió la fórmula en 2017, aunque ahí sí volaron cosas: pedazos de bancos, adoquines, baldosas rotas y todo lo que los que después iban a hacer lo mismo (cambiar la fórmula) encontraron a mano.

Los de CAMMESA también se preguntan extrañados cuál será el concepto de propiedad privada que ronda la cabecita del populista de derecha, Don Javier. Porque parece que les pisaron los pagos de energía eléctrica (bah, no parece: se los pisaron), y ahora los quieren arreglar con bonos AE38, para que se los pague la populista de derecha, Doña Carina, cerca del final de lo que, los patinetos de LLA creen, será su segundo mandato.

Aquí estamos, en este país donde los mismos que privatizaron las jubilaciones, YPF y Aerolíneas, no sin antes decir que eso era vender la patria y que ellos nunca lo harían (discurso de Don Eduardo Menem, hermano del primer populista de derecha que es admirado por el actual populista de derecha). Los mismos que privatizaron empresas icónicas, tanto que ni el agua se salvó... ¡luego volvieron a estatizarlas siguiendo sus “convicciones”! (que parecen estar en función del tiempo y de los vientos electorales, al mejor estilo Grouchomarxista).

Tal vez, un día nos demos cuenta que de nada sirve promulgar una ley de intangibilidad de los depósitos (Ley 25.466), si a los pocos días la intangibilidad va a pasar a ser un “yo no fui” y van a “tangibilizar” los depósitos todo lo que quieran… De nada sirve privatizar para luego estatizar y luego volver a privatizar. Si seguimos con esa onda, y no pensamos entre todos qué carajo queremos de este país, si el estado presente sirve para pretender repartir penes de madera, y ni siquiera lograrlo, pero no para poner antibióticos y gasas en los centros de salud, si el estado presente puede financiar festivales pero no hacer cloacas o pagarles bien a médicos, enfermeros y docentes, no habrá contrato confidencial con Chevrón, ni RIGI, ni entrega de glaciares que nos alcance para ver si algún día asomamos la cabeza por arriba del agua.

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